Llegamos a la region de los lagos, donde las ciudades son más escasas y más pequeñas, nuestras botas de montaña salen del cajón para quedarse en la parte delantera. Aunque parece que hay más agua que tierra, también parece que hay una cantidad infinita de bosques surcados por carreteras o pistas forestales que le dan tracción a las ruedas de Polaris.
Nuestro punto de entrada en la región es Savonlinna. El atardecer se acerca y encontramos un sitio en el puerto para quedarnos a pasar la noche. Como es mi cumpleaños, Christian me invita a una cena de cinco platos en el restaurante Huvila, que es muy recomendable. La mayor atracción de Savonlinna es un castillo de cuento de hadas, anclado en una roca gigante a orillas del lago Saimaa. También puedes ir a dar una vuelta por el lago en un encantador viejo barco de vapor, navegando a través islas pequeñas y medianas, cubiertas de árboles y de vez en cuando alguna casa o cabaña. Muy zen. El lago es también el habitat de la única foca de agua dulce, la foca Saimaa, pero desafortunadamente llegamos un par de semanas tardes para verlas tomando el sol en las rocas, así que nos tenemos que contentar con verlas en los catálogos.
Continuamos conduciendo por los contornos del lago hasta que llegamos a Punkaharju, que es una pequeña tajada del paraíso en la tierra, a la vez que una cresta arenosa de 7 kilómetros de largo cubierta de pinos, que se formó en la última era glacial. Caminar a lo largo de la cresta es como explorar las esquinas de una de una bonita postal. Los árboles, las nubes de algodón y las cabañas se miran complacidos en el espejo brillante del lago; una pareja de cisnes con sus crías nadan y pescan, sin que nadie los moleste. Los únicos sonidos que se oyen son el viento soplando a través de los árboles, los pájaros y nuestros pasos, al ir dejando nuestras huellas en el camino polvoriento.
Inesperadamente un increíble museo del bosque llamado Lusto (www.lusto.fi/en/) pone la guinda al pastel de este area. Aprendemos sobre la historia de la industria forestal en Finlandia durante más de cien años y lo ardua que era esta actividad en el pasado, habiendo sido y siendo aún, una de las principales actividades económicas de Finlandia.
Probablemente nos llevará un tiempo olvidar la puesta de sol que contemplamos desde un pequeño embarcadero en alguna esquina del Parque Nacional de Kolovesi, después de caminar por los bosques antiguos que cubren sus rocosas orillas. Leo que el lago se formó durante la última era glacial. ¿Quién me iba a decir que agua congelada en grandes cantidades pudiera crear estas obras maestras?
Después de estos paisajes majestuosos, nos diririgimos al que parece ser el único monasterio Ortodoxo de Finlandia, Valamo Nos atrae el hecho de que está situado en una isla y también la historia de que los monjes se las arreglaron para escapar una muerte certera durante la revolución rusa, porque el lago se heló inesperadamente, lo que les permitió irse corriendo sobre el hielo, llevando consigo una buena cantidad de iconos y piezas de arte. Nos habíamos imaginado un viejo edificio de madera, rodeado de árboles y lleno de pasadizos secretos y místicos claustros, en medio de una pequeña isla remota, así que nos decepciona encontrar un parking llenísimo, con voluntarios enfundados en chalecos reflectantes, indicándonos donde aparcar. Toda el area del monasterio está llena de gente, ya que al parecer es un fin de semana de Confirmaciones. Los edificios son más modernos de lo esperado, así que aunque algunos de los iconos y piezas de arte son magníficos, el lugar falla en conquistarnos, aunque seguramente la culpa es de mi imaginación.
Lo que no nos decepciona es el Parque Nacional de Koli, que aparentemente ha inspirado a los poetas y filósofos que dieron forma al carácter de la nación finlandesa. No es sorprendente, ya que hay bonitos caminos que cruzan praderas y bosques y colinas que cuando las subes, te abren las puertas a vistas maravillosas del lago Pielinen, que está todo salpicado de pequeñas islas cubiertas de bosques, que cambian de color con el paso de las nubes. Otra obra maestra de la última era glacial.
Pasamos la noche en un camping que hay en un bosque al lado de una playa. Es un sitio bastante privilegiado para hacer la colada cuando la media noche está al caer.
Conduciendo hacia el oeste, cerca de la frontera con Rusia, encontramos el Parque Nacional de Patvinsuo, tan sencillo como bonito. Caminamos sobre kilómetros de tablas que cruzan marismas cubiertas de algodón ártico y bosques. Caminatas maravillosas de no ser por la enorme cantidad de tábanos que han decidido hacerse nuestros compañeros de viaje y zumban a nuestro alrededor todo el rato. Nos explican que este año han llegado demasiado pronto, segurantemente porque ha hecho bastante calor.
Otra vez acampamos al lado de u lago y cuando los tábanos se van a dormir, sólo tenemos que contar con los usuales mosquitos para disfrutar de otra puesta de sol grandiosa.
¡Extraordinarios paisajes! Me parece que estáis bastante morenos y a ti te veo la cara muy rellenita, no se si será por culpa del gorro. Disfrutar mucho de todo eso. Un abrazo
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Muchas gracias. Sí que estamos morenos en la cara y en los brazos, que es donde nos da el sol. Los paisajes son extraordinarios y cuando el tiempo acompaña disfrutamos bastante. Ahora estamos viendo osos desde unas cabañas camufladas y es una maravilla. Campan por el bosque a sus anchas. No te preocupes que sin unas cabañas de metal protegidas. Comemos bien, como siempre. Pero no creo que este más gorda. Será el corte de pelo que me hace la cara más redonda 🙂
Besos del Christian y mios
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