6500 islas, y quién lo sabía

Debo admitir que nunca había oído hablar de las islas Aland hasta hace un par de meses. Están situadas en el Golfo de Bothnia, entre Suecia y Finlandia. Parece que oficialmente pertenecen a Finlandia, pero los habitantes en el fondo se sienten suecos, así hablan sueco y tienen su propio parlamento, matrículas, sellos, etc. Pertenecen a la Comunidad Europea por derecho propio y tienen exenciones de impuestos. Y todo esto en una región que tiene algo así como 30000 habitantes.

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Ferry to Aland

Nuestra impresión personal es que es un pequeño archipiélago con una miriada de pequeñas islas conectadas a través de puentes o ferries. Descubro que a Christian le gusta pasar el tiempo entre islas mirándose al espejo de los ferries.

Los pueblecitos con plácidos y tranquilos, la costa irregular y bonita y los atardeceres preciosos, por supuesto. También en algunas islas hay tantísimos mosquitos que al final de nuestro cuarto día en la isla, he parado de contar picadas y simplemente me arranco por todas partes.

La fauna es bastante difícil de fotografiar y aunque hemos visto bastates ciervos y conejos, sólo los pájaros posan para Christian, aunque muchos de ellos ni lo saben.

Paseos tranquilos al atardecer proporcionan oportunidad de reflexión personal, igual que el agua tranquila es el canvas perfecto para los reflejos.

Un bonito castillo, una oficina de correos desproporcionadamente grande y ornamental, mandada construir por el Zar Alejandro I a principios del siglo XIX, cuando las islas pertenecían a Rusia., y también encontramos las ruinas de lo que  debió ser un magnífico fuerte ruso, para completar  los titulares arquitectónicos.

Como es el cumpleaños de Christian busco y rebusco por la sabiduria de internet para encontrar algun buen restaurante. Hay suerte. Doy con un pequeño restaurante que está en medio de ninguna parte, en el que disfrutamos del saber hacer de un chef que mezcla modernidad y tradición. Afortunadamente los empleados nos dejan acampar en su propiedad para que no tengamos que conducir después del festín.

El último día, antes de coger el ferry hacia Finlandia, lo pasamos en la capital, Mariehanm, con unos 11000 habitantes. El tiempo cálido, mezclado con la amable brisa marina, la actitud relajanda de los habitantes y las casas de colores, nos hacen sentir como si estuviéramos en una ciudad del Caribe, en vez de una región de Finlandia. Y entonces hay algunos edificios como el banco que, no sé por qué te hacen sentir coo si estuvieras en un tablero de Monopoly de tamaño real.