Es increíble que unas islas tan pequeñas tengan tanto que ofrecer. Desde el primer centímetro hasta el último. Como Å, el pequeño pueblo al final de la carretera. Literalmente. No sólo Å es la última letra del alfabeto noruego, es también el último pueblo hacia la punta sur del archipiélago. Aparentemente desde hace unos años, es además el punto de partida de la ruta ciclista llamada de A a B. La B refiriéndose a Bee (un pueblo en Nebraska)??? No es una sorpresa que tradicionalmente Å fuera un pueblo pesquero, dedicado al bacalao, aunque últimamente el turismo está ganando terreno.
Con el clima Noruego dando vueltas como un tiovivo, las aplicaciones de la previsión meteorológica son algunas de las que consultamos más a menudo. Normalmente miramos YR y Weather, los comparamos y nos desesperamos, cuando intentamos decidir la ruta basándonos en algún atisbo de tiempo favorable. Por eso al principio de nuestro viaje en las islas Lofoten, nos saltamos algunas partes del norte y fuimos al sur, donde parecía que el Sol asomaba su nariz entre las nubes más frecuentemente. Pero tan pronto como vemos una oportunidad, nos dirigimos al norte para visitar Henningsvaer, que estaba bastante alto en nuestra lista de prioridad. Sí, es un pueblo pesquero, pero es diferente de los demás. Está localizado en un grupo de islas conectadas por puentes y se llega al pueblo a través de una carretera que sigue el contorno de la costa rocosa. Tal vez porque Henningsvaer tiene casas blancas en vez de rojas, una arquitectura algo más heterogénea de lo que es normal en estos pueblecitos de Noruega, y barcos de vela amarrados en el puerto, me da la extraña sensación de estar en un pueblo costero del Mediterráneo.
Pasamos el tiempo simplemente mirando los claros reflejos de los edificios en el agua, en la luz dulce del atardecer y del amanecer, y paseando por el pueblo viendo bonitas tiendas y galerías de arte.
Es bueno pasar un tiempo un poco de relax antes de conducir a Svolvaer para embarcarnos en una zodiac de Lofoten Explorer (www.lofoten-explorer.no). Comandados por el diestro capitán Rune , nos dirigimos al fiordo del Troll, que en su punto más estrecho no tiene más de 100 metros. eso incrementa el efecto de las impresionantes paredes verticales, que llegan a los 1100 metros de altura.
Pero nos impresionan aún más la gran cantidad de águilas marinas que vemos pescando. Las vemos en varios grupos de hasta 6 ó 7, que según nos explica el capitán son bastante más de lo normal, ya que se suelen ver en grupos de 2 o 3, porque son bastante territoriales. Tanto a Christian como a mí, nos cuesta enfocarnos en una en particular para hacer fotos. Es impresionante.Todo el mundo en la zodiac está contentísimo.
Como el tiempo es razonablemente bueno y sabemos que eso no es algo que podamos dar por sentado, al bajarnos de la zodiac, sin perder ni un segundo, conducimos hacia el oeste, hacia las playas de arena blanca de Haukland y Uttakleiv. Son dos playas muy bonitas a unos 4 Km de distancia la una de la otra. Nosotros pasamos la noche en Haukland, donde es posible la acampada libre. Hay un camino que las une circunvalando la montaña que las separa. Es una caminata placentera para después de la cena.
Como se va acercando el momento de despedirse de las Lofoten, por lo menos de momento, vamos de nuevo hacia el sur para coger el ferry que nos lleve a tierra firme. Por el camino paramos una vez más en nuestra playa favorita, Skagsanden, para pasar allí la noche. El tiempo es tormentoso y la playa está oscura y misteriosa, totalmente diferente que durante nuestra primera visita.
El día después cogemos el ferry, y vamos dando tumbos hasta el otro lado por un mar de Noruega bastante encrespado.
Sinceramente queremos agradecer los valiosos consejos y recomendaciones de Geraldine y Martin de Wild Photography Holidays (https://wildphotographyholidays.com ) y Marc (http://grafmarc.at/) de ARR (http://www.arr.at). Gracias a ellos hemos disfrutado más a fondo de nuestras aventuras en las Lofoten.