Durante millones de años los ríos y el hielo han trabajado incesantemente para cincelar caprichosamente la piedra caliza y dar forma dramática a este macizo. No importa desde que ángulo te aproximes, los Picos de Europa (https://www.turismoasturias.es/) son verdaderamente impresionantes. Empinados, rocosos, altos, pero también verdes y llenos de vida.

Picos de Europa
Estamos nuestra visita cerca del pueblo de Potes, al pie del teleférico de Fuente Dé. La nieve cubre el suelos y las laderas de las montañas. La climatología ha estado siendo bastante inestable, pero aquí y ahora no llueve, así que decidimos coger el teleférico y subir a la montaña. Tan pronto como llegamos arriba, una niebla espesa lo cubre todo y no se empieza a aclarar hasta el atardecer, cuando las cimas de las montañas que nos rodean empiezan a rebelarse siguiendo los caprichos del viento.
A la mañana siguiente el tiempo mejora, y permite vistas de las laderas nevadas iluminadas con la luz cálida del amanecer. Las montañas también albergan cantidad de vida salvaje, incluyendo rebecos, que son tremendamente huidizos, y buitres.
El paisaje a lo largo de las carreteras es muy pintoresco en esta época del año, con algunas montañas cubiertas de nieve, otras alfombradas de árboles vestidos en los colores del otoño, y vacas amigables pastando tranquilamente por todos los rincones.
Aguantamos la respiración al conducir por una carretera empinada, estrechísima y llena de curvas, hacia el pequeño pueblo de Caín, donde empieza el camino de la Garganta del Cares.
La Ruta del Cares es una caminata espectacular de unos 12Km, directamente a través del corazón de la Garganta, que es del todo impresionante. Pasa por cuevas, puentes y senderos esculpidos en la roca.
Después de un intento fallido de probar el fuerte queso de Cabrales en una de las cuevas donde se produce, tomamos el funicular hacia la minúscula aldea de Bulnes. Anclada a 649 metros de altura y con 35 habitantes, que están conectados al resto del mundo de abajo por el funicular y un camino empinadísimo. Decidimos bajar caminando después de comernos unos platos de fabada gigantes. El descenso es vertiginoso, pero bastante espectacular, ya que va en paralelo al río y junto a las paredes verticales que el río ha excavado.
Otra empinada carretera zigzagueante nos lleva a los lagos de Covadonga donde, a parte del majestuoso paisaje con los lagos y las montañas nevadas de fondo, estamos encantados y sorprendidos de encontrarnos con Martin y Geraldine de Wild Photography Holidays (https://wildphotographyholidays.com), que están aquí con un grupo fotográfico. La verdad es que el mundo es un pañuelo, como se suele decir.
Después de un buen desayuno con ellos y con el grupo, seguimos su consejo y nos dirigimos hacia el pequeño pueblo de Asiego, que está fuera del circuito turístico. Al caminar por una estrecha calleja empedradas, vemos a un par de hombres que están haciendo sidra artesanal en una pequeña bodega. Uno de ellos ve nuestras miradas curiosas y nos invita amablemente a entrar y observar el proceso. Miramos encantados. Son muy amigables y nos invitan a un vaso de zumo recién exprimidos antes de irnos. Vamos de camino a la costa.