El río y sus Majestades

Hace unos siglos, el rio Loire era un lugar estratégico, una especie de frontera entre el norte y el sur de Francia. Fue por eso que muchos nobles de la época decidieron construir castillos y palacios en este area. Extravagante, increíble, grande, romántico, decadente, delirante, maravilloso, clasista,… Visto con la mirada de hoy día, hay muchos calificativos que se pueden aplicar a este lugar, cualquiera que no sea humilde o modesto.

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Chambord (aerial shot)

Hay tantísimos castillos, que no sabe uno en cuales enfocarse para no acabar devastado por una sobredosis de grandeza. Menos mal que tanto Yvonne como Christian han estado ya aquí, aunque fuera hace muchos años, y sus recuerdos sirven de guía para saber dónde empezar.

Primero nos dirigimos al castillo de Azay-le-Rideau, que es pequeño para los estándares del lugar. El folleto lo describe como un símbolo del sueño del Renacimiento, ya que fue construido en el siglo XVI, mezclando los estilos francés, italiano y flamenco. Una serie de automatismos y maniquíes con vestidos de la época dan vida al interior.

Hacemos una parada en Amboise para visitar el Clos Lucé, el castillo donde Leonardo da Vinci, invitado por el rey Francisco I, pasó sus últimos años, ejercitando sus multiples talentos como ingeniero, arquitecto, pensador y artista. No es cada día que se tiene la oportunidad de pasear por la habitación donde durmió o el estudio donde trabajó o la cocina donde cocinaba su cocinera vegetariana.

Igualmente interesantes son los jardines, donde hay maquetas de algunos de sus inventos y obras de arte.

Después nada mejor que pasear por el pueblo de Amboise, que es increíblemente monumental y está dominado por el castillo fortificado del siglo XV.

Disfrutamos de una cena tradicional en el pequeño restaurante La Fourchette, que ofrece también un excelente vino local y un servicio muy amigable.

Al día siguiente vamos a Chenonceau. Hay que decir que al principio nos enfadan las multitudes y los muy antipáticos guardias de seguridad, pero pronto te bienes que rendir a la belleza del lugar e intentar ignorar a las masas. Pasa en cuanto pisas los jardines majestuosos y contemplas el edificio asentado en el agua. Se conoce como el Castillo de las damas, porque durante 400 años fue poseído o habitado por mujeres. Es muy interesante leer sobre las intrigas que las mantuvo ocupadas a lo largo de los siglos, aunque afortunadamente también dedicaron bastante tiempo a embellecer el palacio.

El interior es aún más impresionante que el exterior. Puedes pasear por la cocina, el comedor y diferentes habitaciones y cámaras. Todas destilan la esencia del estilo de vida y la riqueza que habitó el lugar. Me impresionan particularmente los tapices que cubren las paredes, el rico mobiliario, los coloridos terciopelos de cojines y cortinas, los cuadros. Todo es rico y de peso.

Lo más delicado son los arreglos florales que preparan con flores y plantas frescas del jardín.

Pero el castillo por excelencia tiene que ser Chambord. Magnífico y excesivo, testigo de los delirios de grandeza de aquellos reyes y nobles.

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Chambord

Cuesta creer que se empezó a construir como un pavellón de caza para los fines de semana por el rey Francisco I, aunque después evolucionó para convertirse en la obra arquitectónica más ambiciosa jamás emprendida por un monarca francés. Al final de la construcción tenía 440 habitaciones, 365 fuegos a tierra y 84 escaleras, incluyendo la famosa escalera de doble hélice.

Está coronado por una jungla de torres, torretas y chimeneas bellamente hornadas.

Llega el momento de decir hasta pronto a Yvonne, ya que tiene que volver al norte, así que nos decimos adiós en los jardines.

Por cierto que los jardines y los bosques que lo rodean son impresionantes. Nos quedamos a dormir en las premisas del castillo, porque amablemente ha habilitado un area para auto caravanas junto al bosque, que está habitado por ciervos, jabalíes y quién sabe qué más. Por la noche oímos los rugidos de la vida salvaje en los alrededores. Es impresionante y a la vez da un poco de miedo.

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Night at Chambord

Por la mañana es una experiencia mágica ver el castillo emerger de la niebla, despertando con el sol naciente.

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Chambord