Ponemos dirección este y llegamos a Zaragoza. Nuestro objetivo principal es encontrarnos con nuestra vieja amiga Marisa. Es también nuestro primer encuentro con el rio Ebro en este viaje y, por supuesto también aprovechamos la oportunidad para pasear por la ciudad y visitar El Pilar, su famosa catedral. Es genial ver a Marisa de nuevo y conocer a David y compartir unos bocadillos impresionantes de sardinas y calamares.
Nuestra próxima parada es Barcelona para pasar unos días con familia y amigos.
Yendo en dirección sur llegamos al Monasterio de Poblet, en la provincia de Tarragona. El monasterio data del siglo XII, cuando fue fundado por una comunidad de monjes Cistercienses. Está situado en un valle, rodeado de olivos. Como otros edificios que han soportado las manos del tiempo tan prolongadamente, te catapulta al pasado y empiezas a preguntarte cómo ha sido aquí la vida a lo largo de los siglos, cómo fue la construcción de la abadía. Creo que la parte más impresionante es la iglesia, con un abigarrado púlpito de piedra restaurado por Josep M. Subirachs, y un panteón que alberga las tumbas de hasta quince reyes y reinas de la corona de Aragón y Catalunya.
Nuestra siguiente parada es en Montblanc, que según la leyenda, es donde San Jordi venció y mató al dragón.
Así llegamos al Priorat, una de las regiones vinícolas por excelencia y, aparte de conducir entre las viñas y los olivos, visitamos algunos de sus pueblos y probamos y compramos algunas botellas de vino.
También en el Priorat está el Parque Natural del Montsant, una sierra con diversidad de paisajes, que van desde impresionantes paredes de roca calcárea hasta laderas totalmente cubiertas de árboles. Acampamos en Margalef y subimos por uno de los senderos. Aparte de oler el aroma del romero, el tomillo y el laurel mezclado con el de los pinos en el calor de la tarde, también tenemos la oportunidad de ver las terrazas que fueron construidas en tiempos ancestrales, para poder cultivar olivos. Desde la cima también disfrutamos de vistas estupendas de las montañas y los valles de los alrededores.
Encontramos el río Ebro de nuevo en Mirabet, un pequeño pueblo asentado en una colina rocosa, justo en la orilla. Está coronado por un castillo. Vale la pena subir por sus callejas empinadas, no solo para disfrutar de la historia del pueblo, si no también porque desde la cima ofrece buenas vistas del meandro del río y sus alrededores. A lo largo del camino vemos un montón de chumberas impresionantes.
A continuación llegamos a la decadencia de Tortosa, también anclada a las orillas del Ebro. Con más de 2000 años de historia, la ciudad ha visto pasar muchas civilizaciones, los Iberos, los Romanos, los Árabes, los Judíos, los Cristianos. Todos dejando atrás sus trazas. En la actualidad algunos rincones de la ciudad necesitarían un poco de restauración, pero aún así vale la pena la visita.
Nos sentimos afortunados de compartir un fin de semana con nuestros amigos Dani y Marta, que vienen a nuestro encuentro desde Lleida. Pasamos el sábado subiendo y bajando el macizo montañoso de Ports de Tortosa-Beseit. Aparentemente Dani había estado buscando un itinerario de dificultad moderada, pero para mí el resultado entra más en el territorio de las cabras de montaña, así que nos reímos un buen rato mientras damos trompicones subiendo y bajando por los caminos sembrados de rocas. Está claro que al final de la caminata nos regalamos una comida enorme a eso de las 4 o las 5 de la tarde.
Al día siguiente bajamos al Delta de l´Ebre y pasamos la mañana caminando alrededor de La Tancada, una laguna donde viven miles de flamencos. Como no podía ser de otra manera, al mediodía nos apuntamos otra deliciosa y copiosa comida en Les Cases d´Alcanar, un pueblecito cercano. De todas todas recomiendo el restaurante Casa Ramon (http://casaramonlescases.com) si estái por aquí cerca y os gusta el pescado y los arroces tradicionales. Un largo paseo a la orilla del mar nos ayuda a hacer la digestión y a continuar charlando de todo y de cualquier cosa. El fin de semana es genial.

No te pierdas el capitulo especial del Delta de l’ Ebre para ver todos los detalles de nuestros dias en esta zona
Siguiendo en dirección Sur llegamos a Peñíscola, un puerto fortificado construido encima de una roca. Las calles estrechas del barrio antiguo y sus pequeñas casas blancas están coronadas por un faro y un castillo construido por los Templarios en el siglo XIII. Se convirtió en la sede Pontifical del Papa Benedicto XIII (Papa Luna) en el siglo XV.
Siguiendo las orillas del Mediterráneo llegamos a Valencia. Nuestra primera incursión es en la Ciutat de les Arts i les Ciencies. Diseñada por Santiago Calatrava y Felix Candela,es un campus de edificios futurísticos mayormente blancos, que alberga museos, la ópera y otras instalaciones culturales y de ocio. El conjunto es impresionante. Los reflejos de los edificios en el agua los hacen aún más mágicos.
Por la noche los edificios cobran una segunda vida, ayudados por una iluminación cuidadosa.
Pero hay mucho más que ver y disfrutar en Valencia, más arquitectura moderna y antigua, grafitis, cafés, paellas gigantes y por supuesto, montones de naranjos.