En nuestro camino desde Escandinavia hacia el Sur, hacemos una parada breve en Amsterdam. Volver a la ciudad teniendo nuestra base en el camping nos ofrece una perspectiva diferente de la que teníamos en nuestro día a día. Lo más importante es que nos encontramos con algunos de nuestros amigos, que es genial, en algunos casos confiscamos temporalmente sus lavadoras y secadoras, muchos nos invitan a degustar platos deliciosos de comida casera, nos explicamos mutuamente las historias de los últimos meses y tenemos la oportunidad de visitar algunos bares y restaurantes de la ciudad en buena compañía. También nos sorprende ver que las obras infinitas de la linea de metro Norte-Sur han concluido y la línea funciona de maravilla.
Después de despedirnos de la ciudad y de la mayoría de nuestros amigos, llegamos al Norte de Francia, que es siempre un lujo para los sentidos. Digo que nos despedimos de casi todos nuestros amigos porque Yvonne y su perro Bamm-Bamm vienen con nosotros con su auto caravana por un par de semanas. Yvonne nos introduce a un bonito pueblo costero de la región de Picardia llamado San Valery sur Somme. Una mezcla agradable de arquitectura medieval, una iglesia gótica, un puñado de mansiones de principios del siglo XI y un paseo junto a la desembocadura del río Somme, que tiene muy buenas vistas al río y al mar.
Después de comer unas cacerolas grandes de mejillones al vapor, nuestro viaje continúa hacia Étretat, en la costa del Alabastro. Llegamos cerca del atardecer, cuando la luz se vuelve más suave, con tonos dorados. Es un gran placer caminar por el sendero que bordea la costa por encima de los acantilados de tiza, mientras la luz cálida se hace más tenue. Nos encontramos con la puesta de sol al llegar la la famosa aguja y los arcos de los acantilados. Maravilloso, impresionante, tan bonito.
El pueblo, la playa y la costa valen también la pena en la luz del amanecer. A esa hora cuando la ciudad se empieza a despertar y los turistas están todavía durmiendo.
Icónico y magnífico es el Mont-Saint-Michel, que se erige en el horizonte con su silueta única. Es estupendo desde todos los ángulos.
Views surrounding Mont-Saint-Michel
Nos aproximamos a pie desde el pueblo de Beauvoir. Deben ser unos 5 Km. La mayoría del camino transcurre placenteramente junto al agua, mientras los detalles de la construcción se hacen más aparentes con cada paso.
A pesar de la multitud de visitantes, la abadía y el pueblecito que la rodea están llenos de esquinas deliciosas que adornan las empinadas y estrechas calles adoquinadas. Hay también un montón de tiendas de souvenirs, algunas bastante horteras, pero decidimos ignorarlas, ya que el lugar es tan extraordinario.
En las esquinas tranquilas ofrece vistas maravillosas de la bahía y del océano. No puedes evitar pensar lo duro que debió ser construir esta maravilla tan impresionante, encima de una pequeña isla creada por la marea, en medio de la bahía, allí por el siglo XI, cuando la construcción empezó. Posiblemente las mejores vistas se disfrutan desde las murallas que rodean la ciudad.
No se puede estar en Normandía o La Bretaña y no comer ostras, así que vamos a Cancale, el pueblo de las ostras por excelencia, y nos damos el gusto de comer generosas cantidades de moluscos y pasear por la orilla del mar.
Desde allí vamos hacia el Sur. Yvonne nos presenta el pueblo de La Gacillu, que es un pequeño pueblo muy pintoresco, con casas de piedra, calles adoquinadas, montones de flores por todas partes y muchos talleres de artistas.
Además, desde Mayo hasta Octubre, se transforma en una increíble galería fotográfica al aire libre. Miles de fotos, agrupadas por temas, ocupan todos los rincones del lugar. Puedes pasear junto al río, mientras miras las fotos de un proyecto de reforestación en Etiopía, o sobre la vida a lo largo del río Ganges, caminar por las calles adoquinadas aprendiendo detalles de la vida de los monjes budistas en el Himalaya, o caminar hacia el mercado contemplando los efectos devastadores del plástico en las aves marinas, entre otros.
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