Hemos pasado un par de semanas divagando por algunas de las regiones del interior de Francia, específicamente, Limousin, Dordogne y Lot. En todas ellas el ritmo del tiempo parece ser más lento y la tranquilidad parece ser de mejor calidad, como filtrada por las hojas de los árboles y el alma de las piedras.
Estas regiones tienen mucho que ofrecer y las hemos mirado a través de un puñado de ángulos diferentes.
Pueblos medievales construídos en piedra. Por primera vez estamos pensando que tener es corazón de piedra es bueno, porque significa que resistes el paso del tiempo y puedes ser un testigo de la historia humana. Castillos y murallas construidos para defenderse, casas destinada a dar cobijo, palacios para hacer alardes de poder, puentes para cruzar ríos. Todos sumando una cantidad increíble de trabajo, construidos piedra a piedra y en la actualidad adornado el paisaje con tonos de color miel, rojizos o grises. Maravilloso.
Arquitectura. Por supuesto que las ciudades no se quedaron quietas. Continuaron evolucionando, creciendo y desarrollándose a través de nuevos estilos arquitectónicos, ya sea renacentista, Art Deco o cualquiera que sea la tendencia del momento, pero siempre cuidadosamente y asegurándose de que el resultado es duradero y placentero a la vista.
Iglesias y Catedrales. También testigos de que la fe humana sobrevive en el tiempo, venciendo altibajos y adaptándose a los nuevos tiempos. Desde iglesias cavernícolas excavadas en la piedra, a iglesias románicas o catedrales góticas o de estilo bizantino, todas están presentes en esta región. Muchas de ellas bastante impresionantes, casi todas con velas encendidas en su interior.
Ríos. Pero por supuesto la humanidad necesita más que fe para sobrevivir. También necesitan agua. Así que no es una sorpresa que la mayoría de pueblos están asentados a las orillas de varios ríos, que históricamente los han provisto de agua, pescado y medios de transporte. El Vienne, el Dordogne y el Lot, son los principales ríos de la región. El río Dordogne incluso fue el escenario de algunas de las escenas de la película Chocolate, donde Johnny Depp dejaba a Juliette Binoche sin aliento, flotando en la corriente suave. Ninguno de los dos están por aquí ahora.
Tiendas y Mercados. En esta región la comida es mucho más que un instrumento para nutrir el cuerpo, es una manera de alcanzar el cielo en la tierra. Es probablemente por eso que hay tantos mercados callejeros y tantas tiendas donde puedes comprar productos locales, muchas veces directamente del productor. Ya sean frutas y verduras de la estación frutos, secos, quesos locales, el controvertido foei-gras y otras delicadezas hechas de pato o de oca, miel, mermeladas, patés taurinas, setas y también vinos. En cada esquina nuevas oportunidades para caer en la tentación.
Comida. Si quieres disfrutar lo que los cocineros locales preparan con estos ingredientes, te recomendamos el restaurante Charbonnel (https://www.lesfrerescharbonnel.com/?lang=en), en el hotel Chabrol de Brantome. Nosotros lo descubrimos gracias a nuestros amigos Alberto y Frans, que conocen esta región a fondo. No nos decepcionó, al contrario.
Cafés. Si hay algo que parecen tener en común todos los países que hemos visitado en este viaje hasta ahora, es el gusto por el café y por compartir una taza con amigos en los cafés locales. El buen tiempo hace que aquí la gente se siente en las terrazas y las plazas.
Gente en la calle. Probablemente también es el clima suave que hace que la gente parezca pasar más tiempo en la calle, bien sea charlando con conocidos, mirando escaparates, disfrutando del sol sentados en un banco o respirando aire fresco en el balcón.
Letreros. Tal vez la tradición venga de tiempos medievales, cuando mercaderes y artesanos anunciaban sus negocios con letreros de metal o madera colgando en las fachadas de sus tiendas y talleres. La tradición continua hoy.
Colores otoñales. Sí, es esa época del año cuando las hojas de los árboles de hoja caduca pintan el paisaje de tonos cálidos de amarillo, rojo o marrón, las nueces y castañas maduran y caen al suelo, las uvas están maduras, la hiedra re vuelve roja y la niebla parece emanar de la tierra cuando ésta se calienta con los primeros rayos del sol de la mañana.
¡Maravilloso! En esta entrada de vuestro blog, me pacece que habéis sabido sacar toda la esencia de esas bonitas tierras francesas. Un abrazo.
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Gracias. Son unas regiones muy bonitas, con muchos pueblos medievales y cosas típicas para comer 🙂
El blog nos costó bastante tiempo porque el Christian tenía tantísimas fotos, que no había manera de seleccionar solo unas pocas 🙂
Abrazos
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